Una de las ventajas de aquél tugurio de Bowery Street es que estaba pared con pared de la
Downtown Music Gallery, una fuente inagotable de referencias musicales de la escena del jazz underground de la ciudad, el equivalente a la biblioteca infinita que soñaba Borges en tienda de discos.
Hoy, buceando en su web, he llegado a
Yoshida Tatsuya. Una puerta abre otra.
Se me ocurre que la única aspiración de una civilización debe ser dejar tras de sí unas ruinas decentes, llenas de misterio y de preguntas.
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