16 sept. 2009

Encantado de conocerme



He tenido que aguantar durante un mes sus neuras y sus dudas, interminables monólogos prologados de prolongados silencios. Todo el día mirando al río sin hablar. Por ejemplo. Y ni puta idea de francés. Parece que no hubiera salido en su vida del pueblo. Pero me cae bien, menudo petardo. Me ha dejado suficiente espacio para poder disfrutar del viaje a mi manera, y no le he oído quejarse ni una vez. Bueno, una vez, tras aquél viaje infernal en piragua, dos días durmiendo en el suelo y comiendo mal, la verdad es que acabamos hechos polvo.