Soñó un encuentro. Dos trenes viajando en mitad de la noche, un mapa escolar con las fronteras rotuladas en rojo. No se sabe cuánto tiempo llevan circulando sin detenerse, a dónde se dirigen. No sabe si él es uno de esos trenes o simplemente un pasajero, incluso un durmiente de la vía, un álamo junto a la ribera de un río que será testigo de ese encuentro.
Los trenes se miran. El sueño no precisa si chocan o simplemente se cruzan, cada uno en su vía, sin saludarse, y muy poco después se olvidan.
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