22 déc. 2007

No estamos para demasiadas ostias

cada vez queda menos tiempo, o la cantidad de tiempo no varía pero se estrecha. Se está haciendo muy tarde, hasta el punto que no cabe ni siquiera arrepentirse. Puestos a hablar, somos todos bastante capullos y nos sentimos todos bastante solos cuando solamente nuestra inteligencia sabe respondernos. Yo me juego la cara a que es mejor ser un poco, o demasiado, analfabeto. A que es mejor no haber leído tanto, o a que es mejor leer ciertas cosas por encima, sin prestar demasiada atención al esfuerzo realizado por romper la inocencia del lector/consumidor/receptor. La mayoría de los esfuerzos realizados en este aspecto me parecen patéticos o patrióticos, lo que es todavía mucho peor. Mucho pero tengo yo, a tus razones. Hay demasiadas verdades asumidas que son sólo ocurrencias o destellos de brillantez intelectual, que suenan muy bien, tanto que no se te ocurriría una forma mejor de decirlas. Y son solo burradas eructadas por un borracho con exceso de auditorio. Prefiero quedarme sin referentes, o aludir exclusivamente a aquellos que fracasaron. La vida que vivimos es el resultado de esas frases célebres que no soporto, de esas verdades asumidas por la conciencia de la mediocridad. Pobre de tí si no eres capaz de superar a tus maestros. Les habrás fallado, y en el limbo o el olvido donde habitan todos los que han sido y ahora están muertos, se estarán revolviendo de impotencia ante tu fracaso.

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