Toda la puta tarde pasando procesiones com tambores y cornetines por el barrio. Fanfarrias de aire militar, justo la banda sonora que necesitaba para una tarde tranquila en casa. Ni siquiera ha llovido. Algo gracioso ha sucedido navegando por internet (buscando, como siempre, otra cosa, llegas a algo que tampoco merece tanto la pena. Qué instrumento de mierda, cada vez se parece más a la televisión y menos a una biblioteca)
Y entonces me encuentro con esta joya de la apología de la ignorancia por la cara y a las bravas, como quien lleva ya varios pinchos y media docena de cañas y ya se le ha hecho tarde para comer y encima tiene que volver a fichar a la oficina. Y entonces, pidiendo un carajillo, le dice el Ramón, con la boca torcida, a su colega:
"12/5/2008 Edición Impresa IDEAS // RAMÓN DE ESPAÑA
Vídeo, arte y videoarte
RAMÓN DE ESPAÑA
Como no creo que constituya ningún desdoro reconocer que hay expresiones artísticas que a uno le superan y ante las que se siente como el gañán de Muchachada nui, iniciaré esta columna admitiendo que la danza, el mimo y el videoarte son mis tres bestias negras del mundo de la creación.
La danza me aburre, a los mimos los estrangularía gustoso con mis propias manos y el videoarte me produce una mezcla de agobio y sopor muy poco agradable. Sé que no es bonito emprenderla con colectivos con serios problemas para llegar a fin de mes, pero confío en que sus miembros no se ofendan en exceso: probablemente, la culpa es mía, por patán.
Pero eso sí, del mismo modo que ellos tienen todo el derecho a dedicarse a sus cosas, yo también lo tengo para mantenerme a una prudente distancia de sus actividades. Seguro que me estoy perdiendo algo, pero peor para mí. Así pues, que no me esperen en el Loop, vigente en Barcelona hasta el día 18 de este mes. Parafraseando la célebre expresión relativa al Domund, si es para el videoarte yo ya he dado.
Fue hace más de veinte años, cuando a mi amigo P., ya fallecido, le dio por utilizarme como víctima de su proselitismo a favor del videoarte. Yo me presentaba en su casa a tomar una copa y hablar del mundo y sus monarquías, y él me obligaba a ver piezas de Bill Viola, Bob Wilson y otros personajes cuyos nombres he olvidado (no así el tedio profundo en el que sus obras me sumieron). De Bob Wilson recuerdo una cosa en la que el artista, disfrazado de criada y con la cara pintada de negro a lo Al Jolson en El cantor de jazz, se tiraba media hora para llenar un vaso de leche. De Bill Viola no recuerdo nada más que alguna historia desenfocada sin exposición, ni nudo ni desenlace. Mi amigo P. veía obras maestras donde yo solo veía tabarras impresionantes, y fue así cómo llegué a la conclusión, tal vez equivocada, de que el videoarte tenía el mismo interés artístico que las fotonovelas. Es decir, que se trataba de un medio teóricamente interesante y prácticamente nulo.
Sé que no debería decir esto en pleno Loop, pero es que Dios no me ha distinguido con el don de la oportunidad. "
Aquí hay algo, esa puya sobre lo de llegar a fin de mes, yo creo que a este le quitó la novia uno que hacía vídeos (pasa mucho, la imagen erotiza). En fin, que corra el orujo que la vida son dos días. Otro triste montón de páginas que, al estar impresas en colores, no dan ganas ni de envolver el bocadillo con ellas. No pongo el enlace porque no existe la posibilidad de dejar comentarios a los artículos en la web.
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