Nadie hablaba como los antiguos griegos de la imposibilidad de ser feliz. Tal es el mensaje de los mitos. En cualquier caso, ellos inventaron los dioses que se iban haciendo necesarios conforme avanzaba la sofisticación de sus deseos insatisfechos. La cultura es un residuo de estos esfuerzos por aliviar el peso de la existencia. Yo, que a mi vez he inventado también a estos griegos de los que hablo, quiero imaginarlos capaces de haber planeado estas finas ironías.
El otoño, definitivamente. Los dioses vuelven a sus olimpos y ya no recorren los caminos y los días junto a los hombres. Desnudos/asesinados (abrigados), vestiremos los harapos que nos recuerdan que somos, de nuevo, mortales.
En los ríos de Europa también hay cocodrilos.
Vivan las novias!
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